No se trata de unas palabras procedentes del positivismo tóxico. Realmente somos únic@s porque solo nosotr@s tenemos una determinada genética, educación recibida de las personas que nos cuidaron, la experiencia del cole, amig@s… El entramado de experiencias que hemos vivido desde que nacimos es genuino.
Vamos a encontrar similitudes con otras personas, como esa sensación del primer amor, haber sufrido un accidente de tráfico, ser extrovertid@. Aun así, no vamos a encontrar a otro ser que haya vivido todas y cada una de las experiencias que hemos vivido nosotr@s.
A día de hoy sabemos que una simple situación pudo marcarnos. Ese momento en el que exponiendo un trabajo en clase se nos olvidó lo que teníamos preparado, aquella vez que participamos en una competición y ganamos, esa otra que bajando las escaleras nos caimos y realmente pensamos que nos habíamos roto una pierna, o alguna ocasión en la que nuestros padres no estaban disponibles para nosotr@s. Situaciones cotidianas que pueden dejarnos huella y, por tanto, modificar nuestro comportamiento futuro.
¿Psicoterapia para personas únicas?
Al iniciar un proceso psicoterapéutico, hemos de tener en cuenta que somos únic@s. Aunque estemos padeciendo algo que afecta también a muchas otras personas, como puede ser ansiedad, ésta se genera en nosotr@s por causas muy particulares. Tiene que ver por lo general con nuestra manera de compartirnos, relacionarnos con los demás y con nosotr@s mism@, expectativas, inquietudes… la lista de aspectos que influyen en los niveles de ansiedad que una persona puede sentir son muy variados.
Esta es la razón por la que, a pesar de haber numerosos libros, talleres, conferencias, etc sobre ansiedad y las posibles soluciones, el número de personas que la padecen sigue siento tan elevado. Es muy complicado que soluciones generalizadas resuelvan situaciones tan específicas.
Si cuando acudimos a consulta nuestr@ psicólog@ nos hace preguntas en relación a cómo somos, nuestra historia de vida, memoria emocional, eventos que han sido relevantes o valores que sustentan nuestras motivaciones, ya sabemos por qué lo hace. Normalmente, acudimos a consulta dando numerosos detalles sobre la situación problemática, obviamente es lo que queremos resolver y lo que tiene toda nuestra atención en ese momento. Si fuéramos menos humanos y más parecid@s a los robots solo sería necesario hablar sobre nuestro problema. La solución estaría en realizar unas pautas generales válidas para tod@s.
Afortunadamente somos seres muy humanos, originales y únic@s.
Primordial que estemos abiert@s a dejarnos conocer, contestar preguntas que quizá no entendemos para qué son o el sentido que tienen. El proceso psicoterapéutico comienza con una fase de acercamiento entre psicólog@ y persona que consulta. Para esto, será necesario conocer la situación problemática y la persona en su sentido más amplio. Además, para que la terapia sea eficaz será fundamental que se establezca una relación basada en la confianza y la seguridad. Durante el proceso de psicoterapia se irá poniendo claridad en aspectos de nuestra vida, esto puedo ser agridulce, porque, aunque ver con más claridad nos puede aportar seguridad, también es cierto, que, en ocasiones, nos invita a tomar decisiones que hemos estado intentando evitar.
Dejarnos conocer, también va ser muy útil para reconocer nuestras fortalezas. No somos la situación problemática por la que estamos pasando. Nuestr@ psicólog@ a la hora de proponernos realizar algún cambio lo hará basado en la situación problemática, nuestro tipo de personalidad, fortalezas y capacidades, entre otros. Digamos que el avance será un entramado entre las herramientas que como profesional conoce y todo lo que yo soy y amí me pasa.
Yo suelo recomendar tener un diario de terapia, en el que vamos a ir anotando después de cada sesión los aspectos más relevantes, lo que hemos podido clarificar, qué nos puede ayudar o cómo podemos dar el siguiente paso. Este será nuestro mapa de ruta. Teniendo en cuenta que somos únic@s, el camino de ida hacia nuestro bienestar será también algo propio y particular. Si a esto le sumamos que somos animales de costumbres y que en ocasiones volvemos a tropezar en la misma piedra, tener nuestro propio mapa de ruta puede ayudarnos en el futuro a re-encontrar el camino.