Las personas que no saben lo que quieren pueden experimentar la sensación de estar en una barca en medio del océano. Van a la deriva, mirando a un lado y a otro sin encontrar en el horizonte un lugar al que dirigirse.
Miremos con algo de perspectiva este tema de tomar decisiones. Vayamos al principio.
Si pensamos en cuando éramos pequeñ@s y el tipo de educación que hemos recibido, echamos en falta aspectos como el cuestionarnos y darnos cuenta de lo que queremos. Nuestra educación ha sido dirigida, encaminada a que hagamos una serie de cosas y no hagamos otras. Por los que las figuras que nos han educado (padrea, madres, profesores) eran básicamente quieres que elegían por nosotr@s.
Antes de que la soberanía de estas figuras se desvaneciera, otras ya estaban tomando su lugar; el grupo de iguales, tendencias sociales o publicidad, por ejemplo. Casi habíamos atisbado eso de tener que elegir, cuando estas nuevas influencias irrumpían en nuestras vidas.
Antes de llegar a la mayoría de edad, fecha en el que, desde la distancia, suponemos que será la hora de decidir por nosotr@s mism@s, ya estaremos eligiendo nuestra profesión. Esto, dicho así, puede resultar exagerado, pero a los 15 años ya estamos eligiendo qué 4ºESO elegiremos, para ir orientando nuestro currículum académico a la carrera o salida profesional que deseemos. Dentro de un sistema en el que hemos elegido bastante poco, en ocasiones, este tipo de tomas de decisiones no es genuina, sino que son padres o amig@s los que evalúan opciones y es bastante tentador dejarnos llevar por la corriente.
Es comprensible, con 14 años parece que hay tiempo para pensar, pero al año siguiente ya parece que el tiempo apremia. ¿Cómo decidimos a qué dedicarnos, si no hemos elegido apenas nada importante hasta ahora?
Elegir es como una cascada de acontecimientos
Para poder tomar una decisión:
- hemos sentido/pensado qué queremos
- luego hemos evaluado más o menos las posibilidades y consecuencias
- a continuación, hemos elegido
- y por último hemos tenido consecuencias, agradables o no, ambas son educativas.
En base a este tipo de experiencias vamos aprendiendo a evaluar consecuencias, recibir buenos resultados y encajar resultados desagradables. Además, ponernos en distintas situaciones nos ha hecho aprender sobre lo que nos gusta y lo que no, y por tanto nos orienta hacia lo que queremos.
No haber tenido esta posibilidad por la educación recibida, tanto en casa o como en el colegio, dificulta la aventura de elegir en el futuro.
¿Qué vas a estudiar? Bachillerato ¿Cuál? ¿Ciclo? O ¿Vas a dejar de estudiar?
Da la impresión de tener que elegir cualquier cosa, lo más rápido posible.
Una vez hemos tomado la decisión, nos libramos de la patata caliente, que puede ser un acierto o un fracaso.
Llegamos a la mayoría de edad. Aquí da la impresión de que la cosa cambia, pero en realidad no mucho. Todo cuesta dinero y a esta edad no tenemos.¿Elegir? Quizá ahora tampoco es un buen momento.
Llegamos al mundo laboral ¿Elegir? En muchas ocasiones nos quedamos con lo poco que nos da impresión que hay disponible.
Bueno, ya sabéis por dónde voy.
Quiero que leas esto:
“Es comprensible no saber qué quieres”
Genera tanto malestar la sensación de estar perdid@ que tratamos de salir de la incertidumbre como si fueran arenas movedizas. ¡No lo son!
Aunque lo parezca, no hay la necesidad imperiosa de tomar una decisión inmediatamente. Esta prisa, es una percepción psicológica, muy fomentada por aspectos culturales y sociales muy nuestros. ¿Sabías que en algunos países está bien visto hacer un año de pausa, “Gap Year” lo llaman? Se trata de un periodo de un año que l@s estudiantes dedican a hacer un voluntariado, viajar o mejorar un segundo idioma. Suele hacerse antes de decidir qué carrera van a estudiar. No es un año sabático, para ir de fiesta y perder el tiempo. Es un periodo para salir del sistema educativo tradicional, observarse en otros contextos, poner a prueba habilidades y capacidades personales. Luego, volver con mentes más despejadas y alguna experiencia personal adicional. Esto está bien acogido porque se entiende que, de este modo, l@s estudiantes serán capaces de tomar rumbos profesionales bajo un criterio más maduro y basado en su vocación.
Si esta no es una opción para ti, puedes adaptar esta idea a tu situación personal. Te dejo algunas indicaciones por si te animas a llevarlas a la práctica:
- Desintoxícate de las opiniones ajenas. No las pidas. Informa a las personas de tu entorno de tu intención de “limpiarte de opiniones” durante un tiempo. Y si, aun así, te las dan (somos muy de hacer esto), no las tengas en cuenta.
- Relax. Unos días, como si estuvieras de vacaciones, da igual playa, montaña o retiro en tu terraza. En objetivo es encontrar un poco de calma. Salir del remolino de prisa por decidir. En la urgencia no funcionamos al 100×100.
- Elabora una lista de lo que NO quieres. Trabajos que sabes que no te gustan, o que requieren de ti unos requisitos inalcanzables, trata de ser objetiv@. Esto disminuye las posibilidades.
- Gafas de explorad@r. ¿Qué se me da bien y me gusta? Vas a ir por el mundo pendiente de observar a otras personas hacer ¿Cómo me sentiría yo ahí? Afina tu proyección. Ponte en ese lugar, recréate en imaginación. Tranquil@! No estas tomando la decisión. Estas haciendo “lluvia de ideas en imaginación” y le estas añadiendo sensaciones.
Estos consejos están orientados a indagar un poco desde la calma. En ocasiones, llevándolo a la práctica con implicación, nos tomamos con ideas que no habíamos pensado previamente.
Sigo perdid@
También ocurre, que emociones propias pueden interrumpir nuestra búsqueda de manera sutil. ¿Me da miedo/vergüenza? Asegúrate de cuestionarte esto. Observa si a un nivel más profundo, algún miedo está haciendo de las suyas. La vergüenza es otra emoción que nos impide conectar con lo que realmente queremos. Aquí nos vendría bien escuchar nuestras sensaciones corporales, las cuales están conectadas con nuestras emociones. Este camino más profundo, muchas veces es necesario. No solo cuando vamos a elegir profesión por primera vez, sino, cuando nos planteamos un cambio en este sentido.
¿Aquí no hay comodín?
Sí, mi favorito es poner en marcha el ensayo-error.
Elijes una opción de entre las que hayas observado en el ejercicio anterior y te permites darte el tiempo de acercarte a ella e incluso de probarla si es posible. ¿Cómo?
- Contactando con personas que se dediquen a eso e interesándote
- Informándote de los entresijos de la puesta en práctica de esa profesión
- Haciendo prácticas, voluntariado o acudiendo a una jornada de puertas abiertas
Tomar decisiones basadas en lo que queremos es una de las maneras que tenemos de sentirnos realizad@s y satisfech@as, por lo que debemos darle la importancia que merece. Si esto está siendo un problema para ti, acude a tu psicólog@ para que te ayude a descubrir lo que deseas. La psicoterapia puede ayudarte a conectar contigo mism@ y darte cuenta de tus intereses. Se compasiv@ con tu dificultad. En un sistema en el que no has tenido muchas posibilidades de elegir, es normal tener dudas.